En 1982, Grecia se convirtió en el 10.º Estado miembro de la Unión Europea. En mayo de 2010, la denominada troika (BCE-UE-FMI) lanzó su primer plan de ayuda a Grecia por 110.000 millones de euros, a cambio de un plan de saneamiento del país.
El 5 de junio de 2015, al no satisfacer el reembolso de un tramo del plan, el país vivió un nuevo episodio de escalada de la crisis y una fuga histórica de depósitos bancarios. Un nuevo plan surgió después de la reunión del eurogrupo del 12 de julio de 2017. El Grexit no se produjo...
Grecia ha recorrido un largo camino. El país registrará este año y en 2020 un crecimiento del 2,2 % según Eurostat, tras un 1,9 % en 2018, el máximo de una década. Por primera vez desde hace 15 años, Grecia habrá tenido tres años consecutivos de crecimiento de en torno al 2 %, lo que representa una resistencia notable del país a la ralentización económica que vive la zona euro desde hace un año. La actividad interna es dinámica, respaldada por el alza de los ingresos reales y la caída notable de la tasa de paro (10 puntos de reducción prevista entre 2014 y 2020, según HSBC). La inversión, por otra parte, permanece débil, así como el sector bancario, si bien los bancos ya no recurren al programa ELA para acceder a liquidez del BCE desde finales de 2018, y los depósitos bancarios de los hogares griegos experimentan una lenta progresión.
En paralelo a esta dinámica de recuperación del crecimiento, la situación fiscal del país es notable, con un superávit primario del 6,6 % este año según las estimaciones del FMI, una trayectoria del importe de deuda en relación con el PIB que se invierte, del 188 % al 2018 al 177 % en 2019, y por último, unos presupuestos que vuelven al equilibrio este año. De este buen comportamiento, hay algo a lo que hay que prestar atención: el carácter constitucional o no de las reformas aprobadas relativas a los fondos de pensiones y las rebajas salariales del sector público. El coste de estas medidas, si se consideran inconstitucionales, será notable, alerta el FMI.
El programa de rescate se extiende hasta 2022 y el país sigue reembolsando los tramos. Por otra parte, para 2023, las necesidades de refinanciación están íntegramente cubiertas por las reservas de liquidez del gobierno (unos 40.000 millones de euros). El país ya ha vuelto a los mercados de renta fija y debería de poder captar más recursos este año dado el nivel de los tipos (3,50 % para el vencimiento a 10 años). En vista de la dinámica fundamental del país y el atractivo del nivel de los tipos griegos en relación con la volatilidad, la deuda griega presenta verdaderas oportunidades de inversión.