Al final no se produjo ninguna gran conmoción para la deuda pública. En el entorno de mejora de la coyuntura registrada a principios de 2018, muchos (entre ellos, nosotros) preveían un año negro para esta clase de activo. Sin embargo, no fue así
La deuda pública obtuvo finalmente ganancias en 2018. El índice estadounidense logró una rentabilidad del +0,8 % en dólares (índice ML-BOA), algo paradójico cuando la economía se acelera claramente y la Fed ha realizado las cuatro subidas de tipos previstas. En Europa, pese a la ralentización de los indicadores de crecimiento tras el pico de la economía en el último trimestre de 2017, el fin del programa de expansión cuantitativa del BCE auguraba que pronto iban a normalizarse los tipos. No obstante, el segmento terminó con una rentabilidad del +1 % en euros (índice ML-BOA). Entonces, ¿qué factores han desbaratado un proceso que todo el mundo creía que sería fluido?
Una lectura fácil y rápida podría resumir la trayectoria de la deuda pública como un movimiento de vuelta a la seguridad en un contexto de desconfianza hacia los activos de riesgo, al acumularse las fuentes de tensiones (D. Trump, el Brexit, las tensiones comerciales con China, Italia, el petróleo, etc.). No obstante, un análisis más preciso muestra que la caída de las expectativas monetarias es la principal variable que explica los movimientos de tipos durante el periodo.
La cotización del petróleo, lastrada por una marcada aceleración de la oferta, se desplomó. Esto tuvo un impacto notable sobre las variaciones de la inflación, lo que se tradujo en un hundimiento de las expectativas inflacionistas.
Dentro de la zona euro, destacan algunas observaciones, la primera de las cuales es el claro comportamiento inferior de Italia durante el periodo (-1,4 %), lo que demuestra que el mercado no suele remunerar más que raramente a los malos alumnos. La diferencia de rentabilidad es evidente frente a España (+2,6 %) y Portugal (+3,1 %). Otro aspecto que resalta es la rentabilidad de los países centrales de la zona euro, encabezados por Alemania (+2,3 %), que se beneficiaron de su condición de valor refugio: la obligación nominal alemana a 10 años cerró con un rendimiento del 0,23 %.
Podría resumirse brevemente el mercado de renta fija de 2018 como un movimiento de péndulo que ha oscilado de un lado a otro. Tras haber vislumbrado una fuerte aceleración económica, el mercado anticipa ahora una ralentización drástica. La verdad se situará probablemente entre los dos extremos. Así que esperamos que en este nuevo año, el mercado de renta fija se tranquilice un poco y que la valoración de los activos vuelva a situarse en línea con los fundamentos.
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